Publicado el 10º diciembre 2018

Sacarse leche puede ser una muy buena manera de asegurarse reservas de leche materna para tenerlas a punto cuando tu bebé las necesite, incluso cuando no te sea posible darle el pecho. En cuanto tengas claro cómo almacenar y calentar la leche materna, tendrás mucha más flexibilidad, ya que podrás planificar las tomas según las rutinas de tu bebé, y también en función de tu propio horario.

Almacenamiento

En cuanto te hayas extraído la leche, puedes almacenarla en la nevera o el congelador en recipientes esterilizados o bolsas especiales para congelador específicas para leche materna. Te recomendamos que dejes un espacio vacío de 2 cm en la parte superior de los recipientes o las bolsas para que la leche se pueda expandir una vez en el congelador; además, así te evitarás el engorro de tener que limpiar la leche que se salga. Asimismo, es buena idea anotar la fecha de extracción en cada recipiente porque así te será más fácil llevar un control de las reservas; no olvides que debes usar siempre primero la leche más antigua.

El método de almacenaje que elijas determinará durante cuánto tiempo puedes mantener almacenada la leche materna, si bien a continuación compartimos las reglas que suelen recomendarse:

  • A temperatura ambiente: entre 4 y 6 horas a 19 – 26 °C

  • En una nevera portátil con paquetes de hielo: 24 horas a 15 °C

  • En la nevera: hasta 8 días a 4 °C o menos

  • En el congelador: hasta 6 meses a -18 °C o menos

Quizás al principio pueda ser difícil saber cuánta leche almacenar, sobre todo cuando aún te estás acostumbrando a los hábitos de tu bebé en cuanto a las tomas; sin embargo, en Elvie hemos comprobado que normalmente las madres suelen extraerse entre 80 y 120 ml por extracción. Estas cantidades pequeñas son fáciles de almacenar y se descongelan rápidamente; además, puedes combinarlas con la leche de otras extracciones si te hace falta.

Al almacenar la leche en la nevera o al haber sido congelada es muy normal que la grasa de la leche se disgregue, o que se quede más líquida y de color azulado, amarillento o incluso amarronado. Sin embargo, si notas un olor fuerte a rancio en la leche o ves que incluso después de mezclarla no queda integrada (ya sea directamente sacada de la nevera o después de descongelarla), es probable que se haya estropeado, así que no deberías dársela a tu bebé.

Descongelación

Si has decidido congelar la leche después de extraerla, no olvides descongelarla del todo y de manera segura antes de dársela al bebé. Se recomienda dejar que la leche materna se descongele tranquilamente durante 24 horas en el refrigerador antes de usarla para la alimentación. Ahora bien, si alguna vez necesitas que la leche se descongele más rápido, puedes elegir entre un par de opciones: puedes dejar que la leche se descongele metiendo el recipiente bajo un chorro de agua templada o bien meterlo en una jarra con agua tibia.

Puede que te sientas tentada a meterlo en el microondas, pero la mayor parte de opiniones médicas lo desaconsejan; de hecho, si bien la leche materna descongelada sigue siendo buena para el bebé, si ha pasado por el microondas, las preciadas proteínas de la leche se pueden ver afectadas, reduciendo la cantidad de nutrientes que recibiría el bebé.

La leche materna descongelada puede aguantar en la nevera hasta 24 horas, pero es muy importante que no la vuelvas a congelar.

Calentamiento

Si a tu bebé le gusta tomarse fría la leche que has extraído con anterioridad, ningún problema: es perfectamente seguro que tome la leche directamente de la nevera y, además, habrás ganado algo de tiempo, ¡bendito tesoro! Sin embargo, son muchos los bebés que prefieren la leche a temperatura ambiente, sobre todo cuando se acerca la hora de irse a dormir, un momento en el que la toma de leche no solo sirve para alimentarlos, sino que también tiene un efecto calmante y tranquilizador.

Puedes calentar la leche en una jarra o en un cuenco de agua caliente. En cuanto la leche haya alcanzado la suficiente temperatura (puede llevar unos 20 minutos), te recomendamos que remuevas la leche con cuidado para que la parte superior, que es la más cremosa, se mezcle bien con la inferior, más líquida; de hecho, es muy frecuente que al guardarla en la nevera y luego calentarla no quede bien integrada. Al igual que hemos comentado sobre la descongelación, para calentar la leche también hay que evitar el microondas, ya que su uso puede reducir drásticamente el valor nutricional de la leche materna. Además, el microondas podría provocar que queden zonas calientes en la leche que podrían llegar a quemarle la boca al bebé.

Por eso, al calentar la leche, lo ideal es que alcance temperatura ambiente; para ver si se ha llegado a la temperatura ideal, puedes dejar caer algunas gotas en tu muñeca para ver cómo está. Si la notas muy caliente, eso quiere decir que sin duda está demasiado caliente para la lengua y encías del bebé, que son muy sensibles, y que deberías dejar que el biberón se enfríe antes de dárselo al bebé.

Si durante la alimentación su bebé no puede terminar el biberón, puede conservar esta leche durante aproximadamente 1-2 horas. Después de que hayan pasado 2 horas, se recomienda desechar el resto de la leche para evitar que las bacterias pasen entre la boca del bebé y el biberón

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